calendario

Si debe ser eso, que tu calendario esta lleno de magia y de símbolos y contacto con escasez material y riqueza de tierra. Mi calendario es el del hombre blanco, el piso frío y los trenes metálicos. Tu sabes bien que me esfuerzo con juegos para adaptármele y que me adapto sobretodo cuando camino junto a los hijos del tiempo del éxodo, de rostros que sonríen la frescura de ni siquiera los veinte años, y se iluminan al descubrir algo nuevo del mundo, algo nuevo de uno y sentimos entonces ganas de aprender para descubrir mas de todos, de cada uno, de todo, de mi y de ti que andas recorriendo el monte maya sin dejarme pista, que te has convertido en un solitario viajante hacia el adentro de un alma que te debe de haber llamado de alguna manera que ni siquiera percibiste; un susurro de serpiente, un ladrido de invisible, un viento de pájaro, que te llevo lejos, lejos de mi si lo que veo es el hueco que dejaste en la cama, en mi vida de cuerpo, en la palabra. Pero de alguna manera todavía me llega tu susurro de fuego, tu latido de viento que me despierta a un sentir sin tiempo. Debe ser eso, que tu calendario no lleva estos tiempos de newyorkino apurado que para no apurarse se encierra en una soledad de casa sola, y tiempos sin palabras, cada uno en su escondite a salvo de los hielos duros. Pero no creas, a mi también se me traspapela el tiempo y en ese tiempo perdido es que te siento dormir como un pájaro y roncar como un río de selva. Y tal vez sea que siento un susurro, y es el sonido del choque de nuestros respiros de agua besándose en la atmósfera sin fronteras de algún punto perdido entre tu verde selva y la blanca mía.