La boca que no pronuncia. La que sonríe solo por fuera. La que pronuncia una lengua ajena que rebota sin eco. La palabra que sale de la boca que trasciende y conmueve a otras bocas. Las bocas de los que callan por miedo. La que no se atreve porque no se ve. De la que nace un idioma y a el se le adhieren poderes como de razas. Un color es un idioma. Una boca es como una mosca atrapada, otra como una araña escurridiza y sus besos telas de araña. El vino pintando los labios, mordidas de atrapar. Besa como un rito. Come a besos. Y la boca se crea un gesto que tiene la edad del que habla. Del que se arranca pellejos de siempre. De la boca que se deja desnuda y acompaña al silencio. Que se hace trompita. De cuando era niña. Sabores surtidos de miel, toque de sangre y heridas de frío. La boca no miente si la sabes. El frío se siente en la punta de los labios. Hinchados de calor. Yo quiero tu boca porque es intima de la mía. Y quiero que no hables porque así yo no hablo y mi boca surca márgenes de huesos y ríos de historia, mojando memorias de las que no se habla